Fotografías de: https://www.instagram.com/lilio_cocina/
El día de hoy, me gustaría presentarte a Lilí Villa, la creadora y persona a cargo de “Lilió”
La respuesta comercial es «Una cafetería y panadería en León, Guanajuato, que ofrece una gran variedad de panes, postres y bebidas».
Pero es mucho más que eso, es el lugar perfecto para todos aquellos que disfruten de la buena comida, pues aquí todo es de la mejor calidad.
Te enamorarás de sus sabores, de la decoración y podrás sentir todo el amor transmitido a cada uno de sus panes.
Para terminar de enamorarte de esta cafetería, definitivamente necesitas conocer a Lilí, la creadora detrás de este maravilloso proyecto.
Iniciando su entrevista con un «Mi historia no es tan romántica», fue ella quien me demostró que las historias pueden ser tan dignas de contar como nosotros lo queramos.
Lilí es Contador Público de profesión, después de contraer matrimonio participó activamente en el negocio de la familia y se convirtió en una madre amorosa.
Hacer algo delicioso de comer siempre fue una de sus formas preferidas de demostrar amor, le entusiasmaba ver las reacciones de sus familiares y amigos al probar uno de sus postres.
Como muchos proyectos, la pandemia impulsó a Lilí a compartir sus creaciones con otros, pero esta vez, como un negocio.
Fue su hijo quien la ayudó a crear su cuenta de Instagram y todos los fines de semana tenía pedidos de pasteles, esa fue una navidad muy ocupada.
Lilí cada vez tenía más clientes y la idea de formalizar el negocio empezaba a dar vueltas en su cabeza.
Sin embargo, algo dentro de ella la detenía. «No me educaron para ser una mujer independiente económicamente y eso también te da independencia emocional, empiezas a tomar las decisiones desde otro punto»
Siempre había escuchado cómo surgían y crecían los proyectos de los demás y ahora era su turno.
Después de ponerle números al proyecto, se empezó a hacer muy evidente todo el apoyo y amor que tenía Lilí para cumplir con su nuevo sueño.
Su esposo la apoyo para realizar la inversión inicial, decidió estudiar en el Claustro de Sor Juana en CDMX y encontró el lugar perfecto para su negocio.
El negocio arrancó y algunos conflictos internos empezaron a surgir.
Los horarios de la panadería y los familiares empezaron a tener sus claras diferencias y la culpa de no estar en casa como antes daba vueltas en la cabeza de Lilí.
«Afortunadamente para ese entonces mis hijos ya eran grandes, la verdad es que admiro mucho a todas las mujeres que emprenden, hasta cierto punto tenemos que quitarnos la culpa de no estar en casa».
Pero Lilí siempre fue muy apoyada por su familia y también son su fuente de inspiración.
«Me inspira que mi nieto me conozca en esta nueva versión».
Después de escuchar toda su historia y de contagiarme con el cariño que Lilí le pone a su negocio, le pedí un consejo.
«Primero, no hay edad para emprender y segundo, hagan de su historia, una historia romántica, una historia que valga la pena ser leída».
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