con imágenes tomadas de la red
Este fin de semana se confirmó el fallecimiento de Jesús Martínez Álvarez, uno de los artistas más influyentes en la historia del grabado en México.
Tenía 83 años y dejó una huella profunda no solo en el mundo del arte, sino también en las causas sociales a las que dedicó buena parte de su obra.
Nacido en 1942 en Los Sauces, León, Guanajuato, creció entre comunidades rurales y con una fuerte conexión a los pueblos originarios.
Desde joven, supo que el arte no solo era estética, sino también herramienta de protesta, de memoria y de lucha.
Durante los años 60, vivió de cerca los movimientos estudiantiles y participó activamente desde la Academia de San Carlos, donde comenzó a usar su talento para denunciar las injusticias del país, en especial tras la matanza del 68.
Fue entonces cuando creó obras icónicas como la paloma de la paz atravesada por una bayoneta.
Una imagen que aún hoy conmueve y despierta conciencia.
Además de su arte, Jesús Martínez fue un apasionado formador de nuevas generaciones.
Enseñó en instituciones como la Escuela Nacional de Artes Plásticas y fundó espacios como el grupo Nuevos Grabadores, donde compartía su experiencia con jóvenes artistas.
Uno de sus trabajos más potentes fue la carpeta No consta en actas, inspirada en versos del poeta Juan Bañuelos.
Es una serie de grabados donde mezcló fondo negro, mensajes críticos y manchas rojas que evocan la violencia de aquellos años.
Esta obra forma parte del Archivo de la Memoria Histórica.
Pero no todo en su obra fue protesta.
También exploró la poesía, la historia y los mitos, como el del conejo en la Luna, y jugó con símbolos naturales como tortugas y caparazones.
Su estilo, sencillo y poderoso, fue el sello que lo convirtió en referente de la gráfica mexicana contemporánea.
Quienes lo conocieron lo recuerdan como un hombre firme en sus convicciones.
Emilio Payán, director del Museo Nacional de la Estampa y uno de sus exalumnos afirmó que su maestro no sólo les enseñaba a grabar, sino a pensar, a resistir.
Además de su legado artístico, Jesús Martínez dejó un valioso libro: Historia del grabado en México, publicado en 2006, donde recopila la evolución de esta disciplina en el país.
Instituciones como el INBAL y la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México lamentaron su partida y lo reconocieron como un pilar de la cultura gráfica nacional.
Hoy, su obra vive en talleres, en papel, en la memoria colectiva… y en cada artista que entiende el arte como una forma de transformar el mundo.
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