imagen tomada de sanchez-priebe.com
En un rincón silencioso del Congreso de Guanajuato, un grupo de especialistas trabaja con precisión de cirujanos, pero no sobre cuerpos, sino sobre papel.
Entre pinzas, pinceles y mesas de luz, rescatan documentos que narran más de dos siglos de historia.
Allí, en el laboratorio de restauración del Archivo Histórico, se da una segunda vida a actas, oficios e iniciativas que sobrevivieron guerras, humedad y hongos.
Uno de estos tesoros es el primer acta del Congreso, fechada el 25 de febrero de 1822, apenas seis meses después de la Independencia.
Otro documento revela que el hijo de Porfirio Díaz fue diputado local en 1902.
Uno más cuenta la historia de Felipe Hidalgo, hermano del Padre de la Patria, quien en 1821 pidió trabajo al Congreso, aunque se le negó por su edad avanzada.
Según Alberto Macías Páez, director general de Archivos, el proyecto de rescate comenzó el año pasado con el objetivo de catalogar más de 200 cajas llenas de documentos históricos.
Cada hoja pasa por un proceso que incluye limpieza, desinfección, restauración y digitalización, en un ambiente controlado a 18-20 grados y con 50% de humedad.
Los encargados del trabajo son jóvenes egresados de Historia de la Universidad de Guanajuato, quienes leen, clasifican y determinan qué piezas requieren intervención.
En el laboratorio, solo dos personas restauran los documentos más dañados.
Como explica Mateo Trueba, encargada del proyecto, muchos presentan ataque fúngico, una infección por hongos que no solo deteriora el papel, sino que también puede ser peligrosa para quienes lo manipulan.
El proceso de restauración es meticuloso: primero se desinfecta con alcohol especial y se realizan pruebas para evitar que los químicos dañen la tinta.
Luego se limpian manchas con borradores neutros y se aplican injertos con papel japonés de fibra de kozo, conocido por su resistencia y neutralidad química.
Cada reparación puede tardar hasta tres horas por hoja, y se calcula que al año se restauran alrededor de 800 páginas.
Además, el Congreso impulsa la digitalización de su historia legislativa, con más de 3 millones de hojas escaneadas y disponibles en línea.
Entre ellas, se encuentran documentos tan valiosos como el acta donde Guanajuato se separa de San Luis Potosí en 1823, y otra de 1917 que muestra cómo el estado permitió el voto femenino mucho antes que el resto del país.
En 2022, el archivo del Congreso fue reconocido como el tercer mejor archivo histórico de México, y el mejor entre los congresos estatales.
Para María Victoria Baeza Vallejo, coordinadora del Archivo Histórico, esta labor es más que una tarea técnica: es una forma de preservar la memoria de los guanajuatenses.
“Dentro de 200 años, nuestros nietos verán estos documentos y sabrán cómo vivíamos. Conservarlos es dejarles un legado”, afirma.
Entre hojas amarillentas, tinta desvanecida y el olor del papel antiguo, los “cirujanos del papel” del Congreso de Guanajuato están logrando lo imposible: que la historia no se pierda, sino que siga contando sus propias palabras.
Con información de Milenio.
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