imagen tomada de canva
Con el clima tan cambiante, se antojan un delicioso helado, aquí traemos varias recetas para prepararlos de forma casera.
El calor que nos obliga a sacar los ventiladores, buscar sombra… y, por supuesto, comer helado.
Pero en las redes, siempre hay quien lo llama “pecado” o busca la versión más fit.
Y aquí la pregunta es: ¿de verdad necesitamos sentir culpa por disfrutarlo?
La respuesta corta: no.
La larga: el helado no es el enemigo. Lo que a veces nos complica es la forma en la que nos relacionamos con la comida, convirtiendo cada bocado en una batalla entre lo emocional, lo nutricional y lo social.
Un helado no es solo calorías: también es memoria y disfrute.
Una gran opción es probar versiones caseras más nutritivas, sin caer en extremos. La idea es sumar opciones, no prohibirlas.
No existe una definición oficial, pero en general es aquel que se ajusta a tus necesidades y te hace sentir bien.
Suelen llevar menos azúcares añadidos y grasas saturadas, y muchas veces se hacen en casa con frutas, yogur o frutos secos.
Aquí algunas recetas fáciles para que el calor sea más llevadero:
Helado de plátano y cacao
Tritura plátano congelado con cacao puro y un toque de crema de cacahuate. Cremoso, dulce y sin azúcar añadido.
Helado de yogur y frutas
Mezcla yogur natural con trozos de mango o kiwi, vierte en moldes y congela.
Sorbete exprés de frutos rojos
Fruta congelada + limón + un toque de miel. Fresco y listo en minutos.
Helado de aguacate y lima
Cremoso, refrescante y muy original. Lleva aguacate, bebida vegetal, lima y menta.
Mango, plátano y melón sin azúcar
60 g de mango congelado
60 g de melón cantalupo congelado
120 g de plátano maduro congelado
10 g de mantequilla de cacahuete,
Menta fresca o hierbabuena (opcional)
vainilla al gusto
Chocolate cremoso sin azúcar
Bocaditos helados de yogur y arándanos
Solo recuerda: estas versiones no son “mejores” que un helado tradicional, simplemente son diferentes y se adaptan a otros momentos o necesidades.
El punto no es contar calorías, es disfrutar
Cada estación tiene sus alimentos estrella: en invierno, chocolate caliente; en verano, helados. Y está bien. El problema es cuando usamos esto como excusa para los extremos con frases como: “Es verano, me voy a atascar” o “Estoy a dieta, ni los huelo”.
Lo saludable es el equilibrio. Comer un helado no define tu salud, igual que saltarte uno no te convierte en un ejemplo de fuerza de voluntad.
Este verano, si quieres helado, cómetelo. Si te apetece prepararlo en casa, mejor aún.
Y si no quieres, también está bien. Lo importante es que sea tu decisión, no el miedo ni la culpa.
Porque la mejor versión de cualquier comida… es la que se disfruta con libertad.
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