Un audaz robo sacudió este domingo al Museo del Louvre, cuando un grupo de cuatro hombres sustrajo nueve joyas napoleónicas de la galería de Apolo.
Estas piezas, únicas y llenas de historia, representan el esplendor de Francia durante los imperios de Napoleón.
Ocho de ellas siguen desaparecidas, mientras que una fue recuperada tras ser abandonada durante la huida.
La pieza recuperada fue la corona de Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III.
Las joyas datan del siglo XIX y están compuestas por miles de diamantes, zafiros y esmeraldas, trabajadas con una precisión que refleja la maestría de los artesanos franceses.
Sin embargo, su venta en el mercado negro es prácticamente imposible, pues todas están catalogadas y documentadas.
Para obtener algún beneficio, los ladrones tendrían que desmontarlas, fundir los metales y vender las piedras por separado, destruyendo su valor histórico.
El botín del Louvre: piezas imperiales con siglos de historia
Entre los tesoros desaparecidos se encuentran:
- La diadema de María Amelia, última reina de Francia, con 84 zafiros y 1,083 diamantes, además de su collar y pendientes a juego, encargados por el rey Luis Felipe.
- El collar y pendientes de esmeraldas de la emperatriz María Luisa, segunda esposa de Napoleón Bonaparte, con 38 esmeraldas y más de mil diamantes.
- Broches y diademas de Eugenia de Montijo, incluida una pieza con 18 diamantes en forma de corazón y una tiara con más de 2,000 diamantes y 212 perlas.
Cada joya formaba parte del patrimonio francés y era exhibida en el Louvre como símbolo de su legado imperial.
Un robo de película en el corazón de París
El asalto fue tan veloz como meticuloso: en apenas siete minutos, los cuatro encapuchados entraron por un balcón con ayuda de una escalera y herramientas de corte.
Lograron escapar antes de que llegara la policía.
Según expertos, desmontar las joyas sin dañarlas puede tomar meses y requiere cómplices especializados.
“Quizá los ladrones no calcularon la complejidad de lo que robaron”, explicó Alexandre Giquello, de la casa de subastas Drouot.
Las autoridades francesas han iniciado una búsqueda a contrarreloj para recuperar las joyas antes de que sean destruidas.
Cada día que pasa aumenta el riesgo de que los diamantes y metales sean vendidos por separado, borrando para siempre una parte del legado cultural de Francia.
El robo en el Louvre no solo representa una pérdida material, sino también simbólica: un golpe a la memoria de una nación que alguna vez brilló con el esplendor de sus emperadores y reinas.
Con información de El País.
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