La navegante brasileña Tamara Klink acaba de escribir su nombre en la historia de la exploración marítima. A sus 28 años, logró lo que durante siglos fue casi imposible: cruzar en solitario el Paso del Noroeste, la peligrosa ruta que conecta Groenlandia con Alaska a través del Ártico.
El viaje, que completó el 21 de septiembre de 2025, cubrió 6,500 kilómetros de aguas heladas, icebergs y corrientes impredecibles.
Con esto, Klink se convirtió en la primera mujer latinoamericana y la más joven del mundo en completar la travesía sola.
Nacida en São Paulo y formada como arquitecta naval en Francia, Tamara cambió los planos por las olas.
Desde su primera aventura (cruzar el Atlántico en solitario entre Noruega y Brasil), ha demostrado que la determinación puede vencer cualquier tormenta.
Después de pasar un invierno entero atrapada en el hielo de Groenlandia, decidió enfrentar su mayor reto: el mítico Paso del Noroeste, una ruta temida desde el siglo XVI por su dureza y misterio.
En su pequeño velero de acero de 10 metros, partió desde Groenlandia a finales de julio.
Sin agua corriente, sin ducha y durmiendo apenas en ciclos de 20 minutos, enfrentó tormentas, deshielos, corrientes extremas e incluso la amenaza de un oso polar.
“Seguir viva era más difícil que morir… y aun así, me sentía feliz de estar ahí”, contó Tamara a National Geographic.
Tamara Klink reflexiona sobre el cambio climático en su viaje por el Paso del Noroeste
Durante la expedición, observó de cerca los efectos del cambio climático.
Solo el 9 % de su ruta estaba cubierta de hielo, una cifra impensable décadas atrás.
“Antes, solo los rompehielos podían atravesar esta ruta. Hoy, yo lo hice con un pequeño velero: eso dice mucho sobre lo que está pasando con el planeta”, advirtió.
Klink también documentó cómo animales como las ballenas, águilas y osos polares están alterando sus hábitos debido al deshielo, y cómo el permafrost que antes permanecía congelado ahora libera gases y metales que afectan el ecosistema.
Más allá de los logros, Tamara habla de su experiencia como una transformación personal:
“Aprendí a diferenciar entre los peligros reales y los imaginarios, y a disfrutar el presente. La soledad me enseñó a valorar el tiempo y lo que realmente importa”.
Su siguiente travesía será en tierra firme: planea asistir a la COP30 en Brasil, donde espera compartir su experiencia y reflexionar sobre la urgencia del cambio climático.
Además, trabaja en dos libros sobre sus aventuras en el Ártico, que verán la luz en 2026.
Con su valentía y su conexión con el mar, Tamara Klink no solo desafía las aguas del Ártico, sino también los límites de lo posible.
Con información de National Geograpic.
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